Blog de Anuncio y Esperanza de las Comunidades Cristianas Populares de Aragón
20 diciembre, 2009
Benedicto XVI: la Navidad no es un cuento para niños
Ver noticia en El País 20 Dec. 2009
13 diciembre, 2009
¿EL SECRETO DE LA FELICIDAD?
La felicidad de los demás
El Dalai Lama
"The Ottawa Citizen"
Sábado, 10 de octubre de 2009
Una gran pregunta subyace en nuestra experiencia, si pensamos en ello conscientemente o no: ¿Cuál es el propósito de la vida?
Creo que el propósito de la vida es ser feliz. Desde el momento del nacimiento, todo ser humano desea la felicidad y no quiere el sufrimiento. Ni los condicionamientos sociales, ni la educación, ni la ideología afecta esto.
Por lo tanto, es importante descubrir lo que traerá consigo el mayor grado de felicidad.
Para empezar, es posible dividir toda clase de felicidad y sufrimiento en dos categorías principales: mental y física.
De los dos, la mente ejerce la mayor influencia en la mayoría de nosotros. A menos que estemos enfermos de gravedad o privados de las necesidades básicas, nuestra condición física juega un papel secundario en la vida.
Por lo tanto, debemos dedicar nuestros esfuerzos más serios para lograr la paz mental.
Desde mi limitada experiencia, he descubierto que el mayor grado de tranquilidad interior proviene del desarrollo del amor y de la compasión.
Mientras más nos preocupemos por la felicidad de los demás, más crecerá nuestro propio sentido de bienestar. El cultivo de un sentimiento de cercanía y calidez por los demás, pone la mente en calma. Esto nos da la fuerza para hacer frente a los obstáculos que nos encontremos.
Es la fuente fundamental del éxito en la vida.
Podemos esforzarnos gradualmente para ser más compasivos, podemos desarrollar tanto verdadera simpatía por el sufrimiento de los demás y la voluntad de ayudarlos a eliminar su dolor.
Como resultado, nuestra propia serenidad y fuerza interior irá en aumento.
La necesidad de amor es la base misma de la existencia humana. Es el resultado de la profunda interdependencia que compartimos con otros.
Algunos de mis amigos me han dicho que, mientras que el amor y la compasión son maravillosos y buenos, que no son realmente muy importantes. Nuestro mundo, dicen, no es un lugar donde esas creencias tienen mucha influencia o poder. Afirman que la ira y el odio están tan dentro de la naturaleza humana, que la humanidad estará siempre dominada por ellas. No estoy de acuerdo.
Nosotros, los humanos hemos existido en nuestra forma actual, alrededor de 100,000 años. Creo que si durante este tiempo la mente humana hubiera sido controlada principalmente por la ira y el odio, nuestra población habría disminuido. Pero hoy, a pesar de todas nuestras guerras, encontramos que la población humana es mayor que nunca.
Esto indica claramente para mí, que el amor y la compasión predominan en el mundo.
La verdadera compasión no es sólo una respuesta emocional, sino un firme compromiso fundado en la razón. Por lo tanto, una actitud verdaderamente compasiva hacia los demás no cambia, incluso si se comportan negativamente.
Por supuesto, el desarrollo de este tipo de compasión ¡no es nada fácil! Para empezar, consideremos los siguientes hechos:
Si la gente es hermosa y agradable o desagradable y perturbadora, en última instancia, son seres humanos, al igual que uno mismo. Al igual que uno mismo, que quiere la felicidad y no quiere el sufrimiento.
Ahora, cuando reconocemos que todos los seres son iguales, con respecto a su deseo de felicidad y de su derecho a obtenerla, automáticamente sentimos empatía y cercanía por ellos. Es entonces que a través de acostumbrar a su mente a este sentido de altruismo universal, desarrollamos un sentimiento de responsabilidad hacia los demás: el deseo de ayudarlos activamente a superar sus problemas.
Permítanme subrayar que esto está a nuestro alcance, teniendo paciencia y tiempo, para desarrollar este tipo de compasión. Debemos empezar por la eliminación de los mayores obstáculos a la compasión: la ira y el odio.
Como todos sabemos estas son emociones, muy poderosas y pueden saturar toda nuestra mente. Sin embargo, pueden ser controladas y se sustituyen por una energía igualmente fuerte que se deriva de la compasión, la razón y la paciencia.
También debo destacar que el sólo pensar en la compasión, la razón y la paciencia no será suficiente para desarrollarlas. Hay que esperar a que las dificultades surjan y luego tratar de ponerlas en práctica.
¿Y qué crea oportunidades de ese tipo? No nuestros amigos por supuesto, sino nuestros enemigos. Ellos son los que nos dan más problemas.
Así que si realmente queremos aprender, debemos considerar a nuestros enemigos como nuestros mejores maestros.
Para una persona que valora la compasión y el amor, la práctica de la tolerancia es esencial, y por eso, un enemigo es indispensable.
Así que debemos sentirnos agradecidos con nuestros enemigos, porque son ellos los que mejor pueden ayudarnos a desarrollar una mente tranquila. Además, a menudo es el caso tanto en la vida personal y pública, que con un cambio en las circunstancias, los enemigos se convierten en amigos.
Así que la ira y el odio son nuestros verdaderos enemigos. Estas son las fuerzas que más necesitamos enfrentar y derrotar, no los enemigos temporales que aparecen de forma intermitente durante toda la vida.
En conclusión, me gustaría ampliar brevemente mis pensamientos más allá del tema de este corto editorial y ampliar el punto: la felicidad individual puede contribuir de una manera profunda y eficaz a la mejora general de nuestra comunidad humana.
Puesto que todos compartimos una misma necesidad de amor, es posible sentir que cualquier persona con la que nos reunamos, en cualquier circunstancia, es un hermano o hermana.
Es absurdo insistir en las diferencias externas, ya que nuestra naturaleza básica es la misma.
Creo que en todos los niveles de la sociedad - familiar, tribal, nacional e internacional - la clave para una vida más feliz y más exitosa del mundo es el crecimiento de la compasión. Todo lo que hace falta es que cada uno de nosotros es desarrollar nuestras cualidades humanas.
El Dalai Lama recientemente se desempeñó como editor invitado del "Vancouver Sun", cuando apareció por primera vez este artículo.
04 diciembre, 2009
Carta del Arzobispo de Tánger sobre el aborto
Carta a una amiga… desde lo hondo:
Querida: cada vez que desde dentro, desde lo hondo, me acerco al misterio de la vida y al drama del aborto, tú, tal vez por lo que digo, tal vez por lo que no digo, entiendes que en el ser humano veo sólo a alguien a quien amar, y que su vida es un bien que siempre se ha de cuidar. Lo entiendes, y me envías mensajes que no reprochan mi modo de ver personas y cosas, aunque advierto que reclaman la admisión a trámite de otras miradas.
Hace años, alguien me invitó a participar en una tertulia sobre el aborto, y me asignaba el papel de “defensor de la postura de la Iglesia”. No acepté la invitación, y no porque me viese lejos del sentir de la Iglesia, sino porque la supuesta “doctrina eclesial” que yo debía defender, sería sólo eso, doctrina, principios que, considerados por encima de las personas y al margen de la realidad, estaban condenados a ser percibidos como doctrina indiscutible y a ser rechazados como materia fría, principios que, en la conciencia del oyente o espectador, quedarían interiorizados como indiferentes al sufrimiento, reñidos con la libertad y enemigos del bien de la mujer.
Hoy, en las instituciones, en la prensa y en la calle, alguien ha conseguido organizar a lo grande la vieja tertulia de antaño. Y mucho me temo que “los defensores de la postura de la Iglesia” le estén haciendo a ésta un lamentable servicio. Por mi parte, continúo sin tener doctrinas que debatir con nadie. Sólo tengo lo que vivo, y eso lo puedo compartir contigo y con quienes lo que quieran respetar.
Querida: a la puerta de un cristiano llaman los necesitados, no los principios. Más de una vez, a mi puerta los he visto llegar “con la vida en las manos”, la propia o la de sus hijos. Y lo que esperan es que les ayudemos a vivir.
Por eso rehúso la tertulia, y me obstino en hablar de seres humanos a los que amar; me interesan sus dolores, sus esperanzas, su libertad. De ellos me ocupo, nacidos ya, o todavía en un seno a la espera de nacer. Permíteme, hermana mía, que comparta contigo lo que, pensando en ellos, he compartido antes conmigo mismo:
Considero inviolable la vida humana. Temo, sin embargo, que obsesionados por la utopía de un mundo sin vidas violadas o profanadas, unos y otros estemos perdiendo en perseguirlo las energías que necesitamos aunar para evitar una sola profanación, una por vez.
En una mujer que se arriesga a cortar la trama de otra vida enraizada en la suya, no quiero suponer ligereza o maldad, sólo puedo atribuirle una libertad recortada por las circunstancias: soledad, preocupaciones, miedo, tal vez angustia, eventuales intereses, supuestas conveniencias, presiones del entorno, esclavitudes varias, puede que vergüenza… Al margen de convicciones e intereses de parte, todos estamos llamados a colaborar para que esa mujer se vea libre de condicionamientos, y asuma la responsabilidad de sus decisiones.
Percibo en la sociedad síntomas de un desprecio inconsciente y cruel por la vida de los pobres: Antes de abrirte la puerta, estimo el beneficio que eso me puede traer. Mi seguridad cuenta más que tu necesidad. Cierro los ojos para no verte, y te dejo morir porque no te he visto… ¡Necesitamos ver!
Si una mujer sin papeles es violada, no la ve el violador, no la ven quienes lo ven, no la ven quienes lo pagan, no la ven quienes tienen bastante con ocuparse de los propios asuntos: ¡Necesitamos ver!
Lo peor que pueden hacernos los soñadores que se agolpan a nuestras puertas es morirse delante de ellas, pues eso, por un momento, aunque sólo sea por un momento y a destiempo, los hace visibles, y, de paso, sacude nuestra indiferencia: ¡Necesitamos ver!
Desdichadamente, también en lo que concierne a no nacidos, andamos empeñados en hacerlos invisibles. Usamos silencios y palabras, sofismas y eufemismos, para no ver, para que nadie vea: ¡Necesitamos ver!
Un día preguntaremos: Señor, ¿cuándo te vimos? Y hallaremos sorprendidos que al Señor lo hemos amado sin verlo, cuando vimos y cuidamos a sus hermanos más pequeños: ¡Necesitamos ver!
Si queremos seguir siendo humanos, ¡necesitamos ver!
Supongo, hermana mía, que, si se trata de aunar energías para cuidar la vida, si se trata de crear espacios de libertad para escogerla y acogerla, si se trata de ayudarnos honestamente a ver, hay muchas posibilidades de colaboración cordial entre todos los que formamos la sociedad civil. Claro que, no obstante el esfuerzo, tropezaremos siempre con la realidad del aborto. A mí no me toca juzgar, sólo acoger y amar.
“La esperanza es una virgen encinta de un mundo diverso.
Sólo las mujeres, las madres, conocen la espera,
porque está inscrita físicamente en sus cuerpos.
Se espera, no por una carencia, sino por una plenitud,
no por ausencia que colmar,
sino por una sobreabundancia de vida que ya presiona”.
(Ermes Roch)
Pide por tu hermano menor.
+ Fr. Santiago Agrelo Martínez
Arzobispo de Tánger
15 septiembre, 2009
Carta Pastoral de el Obispo presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones, D. José Sanchez
09.08.2009
Queridos diocesanos y cuantas personas estáis entre nosotros:
Pocas ocasiones, como las que nos ofrecen las vacaciones para experimentar y ejercer la virtud cristiana de la hospitalidad. Si nos desplazamos fuera de nuestro lugar habitual, una de las cosas que más agradecemos es ser bien acogidos, la hospitalidad de los demás. Por nuestra propia experiencia de ser bien o mal acogidos, podemos ponernos en el lugar de los demás, que vienen a nosotros y lo primero que esperan y lo que más aprecian es ser bien acogidos.
La hospitalidad suele ser una actitud más común en los pueblos pobres que en los ricos y más desarrollados. La necesitan más aquéllos que éstos y están más experimentados en acoger y ser acogidos. Desde luego, es una virtud muy valorada y ejercida por los pueblos religiosos. En concreto, en el pueblo judío, desde Abraham, aparece como una actitud propia del creyente, perteneciente al pueblo de Dios. Más aún, la acogida y el trato fraterno a huérfanos, viudas y extranjeros es exigida por la Ley como prueba de la autenticidad de vida del creyente.
Nuestro Señor Jesús va más allá, a la hora de tratar sobre la hospitalidad. Además de experimentar personalmente con frecuencia la hospitalidad y en algunas ocasiones el rechazo, pone la hospitalidad y la acogida del extranjero como una de las señales de identidad de sus discípulos y como causa determinante de salvación o de perdición. Más aún considera el gesto y servicio de hospitalidad con el forastero como algo hecho con Él mismo, Fui extranjero y me acogisteis.
En la experiencia de los emigrantes, la acogida y la hospitalidad o, por el contrario, la no acogida o el rechazo pueden dejarles una marca positiva o negativa de graves consecuencias y de larga duración. Precisamente en la actualidad, está en estudio la reforma de la Ley de Extranjeros en España y en Europa. Uno de los puntos más debatidos es la hospitalidad. En el empeño por perseguir a los inmigrantes en situación irregular o “sin papeles,” se ha llegado a plantear la posibilidad de penar la hospitalidad en aquellas personas que acogieran y mantuvieran a su costa a emigrantes “sin papeles”, castigando la actitud generosa o la virtud de hospitalidad con penas reservadas a los delitos. Parece que se está revisando la futura Ley de Extranjeros en este punto. Esperemos lo mejor; pero habrá que estar muy atentos. El momento en que vivimos, preocupados por el altísimo índice de paro, podemos caer en la tentación de pensar que todo vale con tal de quitarnos de encima la hoy por muchos considerada “pesada carga” de extranjeros, documentados o indocumentados, cuando, en otros momentos de prosperidad, les abrimos generosamente las puertas, porque los necesitábamos.
De todos modos, a cada uno nos corresponde acreditar, con la hospitalidad y la fraterna acogida, nuestra condición de creyentes, discípulos del Señor, que quiso ser acogido y siempre nos acoge. La mayor movilidad y contacto con diversas personas y pueblos, con motivo de las vacaciones y, sobre todo, a causa de la presencia de numerosos emigrantes, de pueblos, culturas y religiones tan diferentes, nos ofrecen la gran oportunidad de ejercitarnos en la virtud cristiana de la hospitalidad.
Bienvenidos seáis a nuestra diócesis y a nuestras parroquias cuantos, como inmigrantes, o de turistas, o de vacaciones, o de visita, estáis entre nosotros en estos días.
Os saluda y bendice vuestro Obispo
29 junio, 2009
La actual crisis financiera y económica mundial a la luz del bien común de la tierra y de la humanidad
Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Crisis Financiera y Económica Mundial y Su Impacto Sobre el Desarrollo
Muy queridos Presidentes
Primeros Ministros
Cancilleres
Señores Ministros
Excelencias
Señor Secretario General
Hermanas y hermanos todos:
Estamos todos aquí reunidos, los representantes de los Estados y de los gobiernos del mundo porque vivimos un momento singularísimo de la historia humana, en el cual está en juego nuestro futuro común. Somos ciudadanos de diferentes naciones y, al mismo tiempo, somos ciudadanos planetarios, viviendo relaciones múltiples de interdependencia de todos con todos.
Una Arca de Noé que salve a todos
En este momento crítico, debemos todos sumar esfuerzos para evitar que la crisis global, con sus muchos y diferentes rostros, se transforme en una tragedia socioambiental y humanitaria. Los retos de las diferentes crisis están todos interconectados y nos obligan a nosotros, representantes de los pueblos de la Tierra, a proclamar nuestra responsabilidad unos hacia los otros y a que juntos, con gran esperanza, busquemos soluciones incluyentes. Ningún mejor lugar que esta sala de la Asamblea General de las Naciones Unidas para hacerlo. Esta es por antonomasia la sala de la inclusividad democrática mundial, Sede del G192. Obviamente que cada Estado tiene la opción de definir su nivel de participación, de conformidad con la importancia que le asigne al tema de cada reunión.
No es humano ni responsable construir una Arca de Noé que salve solamente al sistema económico imperante dejando a la gran mayoría de la humanidad a su propia suerte, sufriendo las nefastas consecuencias de un sistema impuesto por una irresponsable, aunque poderosa minoría. Tenemos que tomar colectivamente un conjunto de decisiones que atiendan, lo más posible, a todos, incluyendo la gran comunidad de vida y la Casa Común, la Madre Tierra.
Superar el pasado y construir el futuro
Antes que nada, necesitamos superar un pasado agobiante y forjar un futuro esperanzador. Hay que reconocer que la actual crisis económico-financiera es el último resultado de un modo egoísta e irresponsable de vivir, de producir, de consumir, de establecer relaciones entre nosotros y con la naturaleza que implicó una sistemática agresión a la Tierra y a sus ecosistemas y una profunda disimetría social, una expresión analítica que disimula una perversa injusticia social planetaria. A mi juicio, hemos llegado a la última frontera. El camino hasta ahora recorrido, parece haberse cerrado y, de continuar así, puede llevarnos al mismo destino ya anticipado por los dinosaurios.
Por eso, los controles y las correcciones del modelo vigente, sin duda, necesarios, son a mediano y a largo plazo, insuficientes. Su fuerza interna para hacer frente a la crisis global se muestra extremamente débil. Quedarse en solo controles y correcciones del modelo demostraría una cruel falta de sensibilidad social, de imaginación y de compromiso con la creación de una paz justa y duradera. El egoísmo y la codicia no se pueden remendar. Tienen que ser sustituidos por la solidaridad y eso, obviamente, implica un cambio radical. Si realmente lo que queremos es una paz estable y duradera, debemos estar absolutamente claros que debemos ir más allá de controles y correcciones del modelo existente y crear algo que apunte hacia un nuevo paradigma de convivencia social.
En esta perspectiva, es imperativo buscar lo que la Carta de la Tierra llama un “modo sostenible de vivir”. Esto implica una visión compartida de valores y de principios que propicien una forma distinta de habitar este mundo y que garanticen el buen vivir de las presentes y de las futuras generaciones. Si grande es el peligro que todos enfrentamos ante los diversos problemas convergentes, más grande es aun la oportunidad de salvación que la crisis mundial nos está ayudando u obligando a descubrir. Hemos construido una economía globalizada. Ahora es el momento de crear una política y una ética globalizadas a partir de las muchas experiencias y tradiciones culturales de los diferentes pueblos.
La Madre Tierra y la ética planetaria
Una ética nueva presupone una óptica nueva. Es decir, una visión del mundo diferente origina, también, una ética diferente, una forma nueva de interrelacionarnos.
Hay que incorporar la óptica que nos viene de las así llamadas ciencias de la Tierra según las cuales la Tierra está insertada dentro de un vasto y complejo cosmos en evolución. Ella está viva, es la Madre Tierra, expresión aprobada por esta Asamblea el pasado 22 de abril. La Madre Tierra se auto regula, articulando, con un equilíbrio sutil, lo físico, lo químico y lo biológico de tal forma que se hace siempre propicia a la vida. Ella produjo una comunidad de vida única dentro de la cual emergió la comunidad de la vida humana – la Humanidad - como la parte consciente e inteligente de la misma Tierra.
Esta concepción contemporánea se compagina con la ancestral visión de la Humanidad y de los pueblos originarios para los cuales la Tierra siempre fue y es venerada como Madre, Magna Mater, Inana, Tonantzín, como la llamaban los náhuatl en mi patria Nicaragua, o Pacha Mama, como la llaman los aymaras en Bolivia.
Crece más y más la conciencia de que todos somos hijos e hijas de la Tierra y a ella pertenecemos. Tal como nos ha recordado muchas veces el Presidente Evo Morales, ella puede vivir sin nosotros, pero nosotros no podemos vivir sin ella.
Nuestra misión como humanos es la de ser los guardianes y los cuidadores de la vitalidad y de la integridad de la Madre Tierra. Lamentablemente, a raíz de nuestro excesivo consumo y despilfarro, la Tierra ha ultrapasado ya en 40% su capacidad de reposición de los bienes y servicios que generosamente nos ofrece.
Esta visión de la Tierra viva es testimoniada por los astronautas que desde sus naves espaciales confesaron, admirados, que Tierra y Humanidad constituyen una única realidad. Vivenciaron lo que se llamó el “Overview Effect”, es decir, la percepción de que estamos tan unidos a la Tierra que nosotros mismos somos Tierra: Tierra que siente, que piensa, que ama y que venera.
Esa óptica nos evoca respeto, veneración, sentimiento de responsabilidad y de cuidado por nuestra Casa Común, actitudes extremamente urgentes de cara a la actual degradación generalizada de la naturaleza.
De esta nueva óptica nace una nueva ética. Una nueva forma de interrelacionarnos con todos los que viven en nuestra morada humana y con la naturaleza circundante. Hoy la ética o será planetaria o no será ética.
Puntos axiales de una ética del bien común
La primera afirmación de esta ética planetaria consiste en proclamar y salvaguardar el Bien Común de la Tierra y de la Humanidad. Partimos del presupuesto de que la comunidad de pueblos es simultáneamente una comunidad de bienes comunes. Estos no pueden ser apropiados privadamente por nadie y deben servir a la vida de todos, de las presentes y de las futuras generaciones y de la comunidad de los demás seres vivientes.
El Bien Común de la Humanidad y de la Tierra tiene las características de universalidad y de gratuidad. Es decir, tiene que involucrar universalmente a todas las personas, los pueblos y la comunidad de vida. De este Bien Común Mundial nadie y ningún ser pude ser excluido. Además, por su naturaleza, es algo gratuitamente ofrecido a todos y, por eso, no debe ser objeto de compra o venta ni ponerse bajo la lógica de la competencia. Por otra parte, debe ser continuamente construido por todos sin que por ello el Bien Común deje de ser común.
¿Cuáles son los bienes fundamentales que constituyen el Bien Común de la Humanidad y de la Tierra? El primero es, sin duda, la propia Tierra. ¿A quién pertenece la Tierra? La Tierra pertenece, no a los poderosos que se apropiaron de sus bienes y servicios, sino al conjunto de los ecosistemas que la componen. Es un don del universo que surgió en nuestra Vía Láctea a partir de un sol ancestral ya desaparecido que originó el sol actual alrededor del cual la Tierra gira como uno de sus planetas. Por el hecho de ser viva y generadora de todos los seres vivientes, tiene dignidad (dignitas Terra). Esta dignidad reclama respeto y veneración y hace que ella sea portadora de derechos: derecho de ser cuidada, protegida y mantenida en condiciones de poder continuar produciendo y reproduciendo vidas.
Tenemos todavía que reconocer que el modo de producción que se globalizó en su voracidad industrialista ha, en gran medida, desvastado la Tierra y, así mismo, dañado también el Bien Común de la Tierra y de la Humanidad. Es urgente que busquemos otros caminos más humanos y más favorables a la vida: los caminos de la justicia y de la solidaridad que son los caminos que conducen a la paz y a la felicidad.
En seguida tenemos a la biósfera de la Tierra como un patrimonio común de toda la vida de la cual la Humanidad es su tutora. Pertenecen al Bien Común de la Humanidad y de la Tierra, como decía ya en 1972 la Conferencia de la ONU sobre Medio Ambiente, “todos los recursos naturales de la Tierra, incluyendo el aire, los suelos, la flora, la fauna y en especial las muestras representativas de los ecosistemas naturales”.
Especialmente el agua, los océanos y los bosques pertenecen al Bien Común de la Humanidad y de la Tierra. El agua es un bien natural, común, esencial e insustituible y todos tienen derecho al acceso a ella, independientemente de los costos implicados en su captación, reserva, purificación y distribución que serán asumidos por el poder público y por la sociedad. Por eso, nos preocupa enormemente el afán de privatizarla y transformarla en mercancía con la cual, sin duda, se puede ganar mucho dinero. Agua es vida y la vida es sagrada y no objeto de trueques. Esta Asamblea quiere apoyar los esfuerzos para llegar a un Pacto Internacional del Agua con una gestión colectiva para garantizar a todos este bien tan vital.
Algo semejante hay que decir de los bosques, especialmente los tropicales y subtropicales, en donde se encuentra la mayor biodiversidad y concentración de humedad necesaria a la vitalidad de la Tierra. Son los bosques los que impiden que los cambios climáticos inviabilicen la vida en el planeta, porque son los grandes secuestradores de dióxido de carbono. Sin bosques no hay vida ni biodiversidad. Los océanos son los grandes repositorios de vida, los reguladores de los climas, los equilibradores de la base física y química de la Tierra. Bosques y océanos constituyen una cuestión vital y no sólo ambiental.
Los climas de la Tierra pertenecen al Bien Común de la Humanidad y de la Tierra. La resolución 43/53 del 6 de diciembre de 1988 de esta Asamblea General de la ONU sobre “Protección del Clima Global para las Generaciones Presentes y Futuras,” reconoce los climas como Patrimonio Común de la Humanidad (Common Concern of Humankind) porque “son una condición esencial de la manutención de la vida en la Tierra”. El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, más conocido como IPCC, por sus siglas en inglés, considera “los cambios climáticos una preocupación común de la Humanidad que debe ser tratada globalmente con una responsabilidad compartida”.
Pero el gran Bien Común de la Humanidad y de la Tierra es la propia Humanidad como un todo. Tiene un valor intrínseco supremo y representa un fin en sí mismo. Es parte del reino de la vida, altamente compleja, capaz de conciencia, sensibilidad, inteligencia, fantasía creadora, amor y apertura al Todo.
Hay en todas las culturas la clara percepción de que la Humanidad es portadora de una inviolable dignidad. Cometen crimen contra la Humanidad los que hacen guerras y construyen una máquina de muerte que puede eliminar de la faz de la Tierra la vida humana y dañar profundamente la biósfera.
Por eso, mis queridos hermanos y hermanas, ya no debemos esperar. Es imprescindible proceder cuanto antes a la abolición de armas nucleares por completo, no simplemente reducción o no proliferación. Urge establecer la norma de cero tolerancia para armas nucleares, para todos en general sin excepciones. Un encuentro de todos los poseedores de armas nucleares para tomar decisiones sobre ésto es ya algo inaplazable. Estamos viviendo un momento propicio para ésto y no debemos desaprovecharlo. El mundo tampoco puede seguir tolerando la obscenidad de los cada vez mas astronómicos gastos en armamentos mientras se ofrecen irrisorias cantidades para sacar a la mitad de la humanidad de niveles de pobreza inexcusables que, además, constituyen una bomba de tiempo contra todos. La violencia genera violencia y mantener a gente en hambre y niveles infrahumanos de existencia es la peor violencia.
Estrategias para la superación de la crisis
En este momento de la historia bajo la crisis global y a la luz del Bien Común de la Tierra y de la Humanidad, se hace necesario tomar colectivamente medidas de corto y mediano plazo para mantener a la sociedad funcionando, por un lado y para sentar las bases de nuevas formas de vivir sus- tentablemente, por el otro. Cinco ejes fundamentales podrían dar coherencia a las nuevas iniciativas que busquen construir alternativas y también orientar numerosas prácticas que serán discutidas en estos días aquí en la Asamblea General.
Primero: la utilización sostenible y responsable de los escasos recursos naturales. Esto implica superar la lógica de la explotación de la naturaleza y fortalecer la relación de respeto y de sinergia.
Segundo: devolver a la economía su debido lugar en el conjunto de la sociedad, superando la visión reduccionista que la hizo el gran eje estructurador de la convivencia humana. La economía debe ser respetuosa de valores y no fuente de valores; debe ser vista como la actividad destinada a crear, dentro del respeto de las normas sociales y ecológicas, las bases de la vida física, cultural y espiritual de todos los seres humanos sobre el planeta.
Tercero: generalizar la democracia a todas las relaciones sociales y a todas las instituciones. No solamente aplicarla y profundizarla en el campo político, con una nueva definición del Estado y de los organismos internacionales, sino también ampliarla al área de la economía, de la cultura y de la relación entre hombres y mujeres para que sea un valor universal y verdaderamente una democracia sin fin.
Cuarto: forjar un ethos mínimo desde el intercambio multicultural y desde las tradiciones filosóficas y religiosas de los pueblos, a fin de que puedan participar en la definición del Bien Común de la Humanidad y de la Tierra y en la elaboración de nuevos valores.
Quinto: potenciar una visión espiritual del mundo que haga justicia a las búsquedas humanas por un sentido trascendente de la vida, de la labor creativa de los humanos y de nuestro corto tránsito por este pequeño planeta.
La concretización de estos cinco ejes fundamentales es esencial para lograr el buen vivir personal, social y planetario. Este se alcanza a través de una economía de lo suficiente y decente para toda la comunidad, viviendo en comunión con los demás seres humanos, con la naturaleza y con el Todo del cual somos parte.
Aquí se dan las bases para una biocivilización que tiene como centralidad la vida, la Tierra y la Humanidad, cuyos ciudadanos se sienten hijos e hijas de la alegría y no de la necesidad.
Cuatro principios éticos fundamentales
Todos estos retos no serán adecuadamente respondidos si no cambiamos nuestras mentes y nuestros corazones y no creamos espacio para la emergencia y el desarrollo de otras dimensiones esenciales del ser humano. El uso exclusivo y abusivo de la razón instrumental-analítica en los tiempos modernos nos ha hecho sordos al clamor de la Tierra e insensibles a los gritos de los oprimidos que son las grandes mayorías de la Humanidad. En lo más hondo de nuestra naturaleza humana somos seres de amor, de solidaridad, de compasión y de comunión. Por eso hay que enriquecer la razón analítica con la razón sensible, emocional y cordial, sede de los referidos valores.
El Bien Común de la Humanidad y de la Tierra es una realidad dinámica y en continua construcción. Para mantenerlo vivo y abierto a otros desarrollos cuatro principios éticos resultan importantes.
El primer principio ético es el respeto. Cada ser tiene valor intrínseco. Su utilización para el Bien de la Humanidad no puede ser orientada por una ética meramente utilitarista, como ha predominado en el paradigma socioeconómico vigente, sino dentro de un sentido de mutua pertenencia, de responsabilidad y de conservación de su existencia.
El segundo es el cuidado. El cuidado configura una actitud no agresiva ante la realidad, actitud amorosa que repara los daños pasados y previene los futuros y, a la vez, se extiende a todos los campos de la actividad humana personal y social. Si existiera suficiente cuidado, no habríamos llegado a la actual crisis financiera y económica. El cuidado está ligado intrínsecamente a la manutención de la vida, porque sin cuidado ella se debilita y desaparece.
La expresión oriental del cuidado se llama compasión, tan necesaria en los días de hoy cuando gran parte de la Humanidad y de la misma Tierra se encuentran crucificadas y magulladas en un mar de padecimientos.
En una sociedad de mercado que se rige más por la competencia que por la cooperación, se constata una cruel falta de compasión con todos los que sufren en la sociedad y en la naturaleza.
El tercer principio es la responsabilidad universal. Todos somos ecodependientes e interdependientes. Nuestras acciones pueden ser benéficas o dañinas para la vida y para el Bien Común de la Tierra y de la Humanidad. Las muchas crisis actuales derivan, en gran parte, por la falta de responsabilidad de nuestros proyectos y prácticas colectivas que han provocado el desequilibro global de los mercados y el del sistema-Tierra.
El cuarto principio es la cooperación. Si no hay cooperación entre todos, no vamos a salir enriquecidos de las crisis actuales. La cooperación es tan esencial que fue ella lo que en el pasado permitió a nuestros ancestros antropoides dar el salto de la animalidad a la humanidad. Al buscar sus alimentos, no los comían de forma individual sino que los traían todos para el grupo y de forma cooperativa y solidaria lo compartían entre todos. Lo que fue esencial en el pasado, sigue siendo esencial en el presente.
Por fin, pertenece al Bien Común de la Humanidad la creencia testimoniada por las tradiciones espirituales y afirmada por cosmólogos y astrofísicos contemporáneos, de que por detrás de todo el universo, de cada ser, de cada persona, de cada evento y de nuestra crisis actual, actúa la Energía de Fondo, misteriosa e inefable, llamada también Fuente Alimentadora de todo el Ser. Esta Energía sin nombre – estamos seguros – actuará también en este momento de caos ayudándonos y empoderándonos para vencer al egoísmo y tomar las medidas necesarias para que éste no sea catastrófico, sino creativo y generativo de nuevas órdenes de convivencia, de modelos económicos innovadores y de un sentido más alto de vivir y de convivir.
Conclusión: no tragedia sino crisis
Para terminar, quiero testimoniar mi profunda convicción de que el escenario actual no es de tragedia sino de crisis. La tragedia termina mal con una Tierra desvastada pero que puede continuar sin nosotros.
La crisis purifica, nos hace madurar y encontrar formas de superación satisfactorias para toda la comunidad de vida, del ser humano y de la Tierra. El actual dolor no es el estertor de un moribundo, sino el dolor de un nuevo parto. Hasta ahora hemos explotado exhaustivamente el capital material que es finito, cabe ahora trabajar el capital espiritual que es infinito porque infinita es nuestra capacidad de amar, de convivir hermanablemente y de penetrar en los misterios del universo y del corazón humano.
Como todos venimos del corazón de las grandes estrellas rojas en las cuales se forjaron los elementos que nos constituyen, está claro que nosotros nacimos para brillar y no para sufrir. E iremos nuevamente a brillar –esta es mi firme esperanza - en una civilización planetaria más respetuosa de la Madre Tierra, más incluyente de todos, más solidaria a partir de los más desposeídos, más espiritual y llena de reverencia frente al esplendor del universo y mucho más feliz.
Con estas palabras, se dan por iniciadas las intervenciones en esta importantísima Conferencia sobre la crisis financiera y económica mundial. Al contextualizar la problemática, he querido enfatizar que, para poder aprovechar las oportunidades que la actual crisis nos presenta, tendremos que deponer actitudes egoístas. Estas, en verdad, sólo buscan preservar un sistema que, supuestamente, beneficia a una minoría y claramente tiene nefastas consecuencias para la inmensa mayoría de los habitantes del planeta. Tenemos todos que revestirnos de SOLIDARIDAD y de COOPERACIÓN para poder dar un salto cualitativo hacia un futuro de paz y bienestar.
Permítanme, queridos hermanos y hermanas concluir esta reflexión con las palabras del Santo Padre, el Papa Benedicto XVI para esta Conferencia: “Invoco para los participantes de la Conferencia, como también para los responsables de la cosa pública y de los destinos del planeta, el Espíritu de Sabiduría y de Solidaridad Humana para que la actual crisis se transforme en oportunidad capaz de ayudarnos a brindar una mayor atención a la dignidad de cada ser humano y promover una distribución más equitativa del poder de decisión y de los recursos, con particular atención a los pobres, cuyo número, desafortunadamente, es cada vez mayor.”
- Palabras de Miguel d’Escoto Brockmann, Presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas, al iniciarse la Conferencia de Alto Nivel sobre la Crisis Financiera y Económica Mundial y Su Impacto Sobre el Desarrollo. New York 24-26 junio 2009
07 noviembre, 2008
Escritos de Federico Mayor Zaragoza
http://fund-culturadepaz.org/eng/english.htm
05 febrero, 2008
PROFUNDIZAR EN LA DEMOCRACIA Y EN LA SOLIDARIDAD.
La autoridad del magisterio de la Iglesia en la contienda electoral se inscribe exclusivamente en la iluminación de la conciencia moral para el ejercicio libre del voto ante las propuestas políticas que se presenten. Ningún miembro de la Iglesia puede sustituir la decisión última de la conciencia, que permanece siempre como la instancia suprema y decisiva para la orientación del voto. Ningún obispo ni conferencia episcopal pueden modificar esta doctrina conciliar, a pesar de sus frecuentes intervenciones públicas orientadas a inclinar el voto de los cristianos hacia la opción conservadora o hacia posiciones mucho más extremas. La fe cristiana permite diversidad y pluralidad de opciones políticas, siempre que tiendan a favorecer el bien común y la promoción de la justicia.
Desde la perspectiva de los valores del Reino de Dios, nos proponemos colaborar en la formación de la conciencia y ayudar a que el votante católico recupere su libertad, sin miedo ni coacciones, ya que no están en juego ni posiciones dogmáticas, ni visiones totalitarias, sino programas de acción que cada uno debe libremente discernir. Este llamado a la libertad de conciencia no preside ciertas manifestaciones de algunos obispos, que se identifican peligrosamente con las propuestas más conservadoras, hasta patrimonializar la fe de la Iglesia en un único partido o en ideologías bien definidas. Cuando hacen eso, parece que no tienen en cuenta las consecuencias lamentables que esta posición provocó, en épocas bien recientes, en nuestro pueblo y en la Iglesia.
Renovar la política
Apoyamos la dignificación de la acción política a través de comportamientos que la sitúen más allá de la crispación, el linchamiento o el hostigamiento visceral, así como a los grupos que presenten en sus listas a políticos honestos y competentes y que propongan fórmulas para promover la ética política, la convivencia cívica y solidaria y la cultura de la trasparencia en la acción social, económica, política y mediática.
Calidad democrática
Apoyamos a las fuerzas políticas que elijan el diálogo y la negociación como cauces en la resolución de conflictos y en la búsqueda de la paz; que sean capaces de llegar a acuerdos pos-electorales en orden a unir esfuerzos en favor del interés común; que luchen contra la corrupción y reformen la ley electoral para profundizar en la democracia y la participación; que desbloqueen las instituciones básicas como el Parlamento y la Magistratura; que rechacen medidas que conculquen derechos democráticos de personas, pueblos o grupos; y que amplíen los derechos civiles y sociales de todas las personas, cualquiera sea su orientación ideológica, cultural, religiosa, sexual, o nivel de capacidad o discapacidad intelectual
La centralidad de los últimos
Apoyamos las propuestas políticas que antepongan los ideales de justicia social y solidaridad; que propongan medidas que dignifiquen el trabajo y prioricen las necesidades de las personas excluidas y grupos socialmente empobrecidos; que favorezcan las medidas redistributivas a favor de los que tienen menos poder adquisitivo; que fomenten la igualdad en derechos y responsabilidades de las personas inmigrantes; y que potencien la lucha contra la pobreza mundial y la cooperación al desarrollo.
El desarrollo sostenible
Apoyamos las propuestas económicas y urbanísticas basadas en un desarrollo sostenible, transparente y sustentable; que antepongan el bien común al lucro personal mediante medidas contra el desarrollismo salvaje que destruye la naturaleza; que procuren la defensa del medio ambiente frente al crecimiento depredatorio realizado al amparo de información privilegiada o concesiones interesadas; y que garanticen la sostenibilidad del planeta y el futuro de las nuevas generaciones.
Valores compartidos
Apoyamos a quienes favorezcan políticas culturales que promuevan valores, tanto laicos como religiosos, por ser auténticamente humanos, como el respeto a la dignidad del ser humano; el reconocimiento integral de sus derechos; el hambre y sed de justicia; el rechazo de toda opresión, violencia o discriminación; el espíritu de tolerancia, pluralismo y autonomía; la calidad de vida y la promoción de la salud.
La laicidad democrática
Apoyamos las propuestas respetuosas de la laicidad del Estado y de la política; que no conviertan la religión en un elemento de diferenciación política-jurídica, ni consientan la indebida injerencia clerical; que propongan la libertad religiosa y el trato igualitario de las confesiones religiosas; y que reconozcan el pluralismo ético de la sociedad española y el papel público de la religión con el derecho a intervenir cuando se violen los derechos fundamentales de las personas y pueblos –principalmente de los pobres- incluyendo en este supuesto modalidades de aborto y de eutanasia, difícilmente compatibles con el respeto a la vida.
Servicios públicos
Apoyamos las medidas que fortalezcan los servicios públicos a fin de que lleguen a toda la ciudadanía y en especial a los más desfavorecidos; que garanticen que los servicios sociales, sanitarios, culturales, de transportes, habitacionales, deportivos y de ocio sean accesibles a toda la población; y que faciliten el predominio de estos servicios públicos frente a las privatizaciones, para que conecten con las aspiraciones de los barrios populares.
El Estado español es plural y complejo
Apoyamos todos los esfuerzos orientados al reconocimiento práctico y real de las identidades nacionales de los diversos pueblos del Estado, defendiendo y promoviendo sus especificas peculiaridades culturales, lingüísticas y socio-políticas.
Desde estas convicciones conciliares, que compartimos con otras personas y grupos, hacemos un llamamiento a participar activamente en el proceso electoral y, tras discernir los programas, favorecer aquéllos que mejor promuevan los valores indicados, desde la fidelidad a la propia conciencia.
Valencia febrero de 2008
GRUPO DE PÁRROCOS DEL SÁBADO
15 diciembre, 2007
Eucaristías sin clérigos
Nimega – Holanda : En la iglesia de los padres agustinos, la misa del domingo está presidida a la vez por un protestante y por un católico. Por turno, uno se ocupa de la liturgia de la Palabra y del sermón y el otro de la liturgia eucarística. El católico es casi siempre un simple laico y a menudo una mujer. Para las preces eucarísticas, los textos escritos por el ex - jesuita Huub Oosterhuis son preferidos a los textos del misal. Todos comparten el pan y el vino.
Los padres dominicos proponen que en ausencia del sacerdote, una persona escogida por la comunidad presida la celebración de la misa. "Poco importa que sea hombre o mujer, homosexual o heterosexual, casado o soltero". La persona escogida y la comunidad están invitados a pronunciar juntos las palabras de la institución eucarística: "Pronunciar esas palabras no es una prerrogativa reservada al sacerdote. Tales palabras constituyen la expresión consciente de la fe de la comunidad entera".
El citado librito se inicia con la aprobación explícita de los superiores de la provincia holandesa de los dominicos. Las primeras páginas se dedican a la descripción de lo que sucede los domingos en las iglesias de Holanda.
Por falta de sacerdotes, no se pudo celebrar la misa en todas las iglesias. De 2002 a 2004, el número total de misas dominicales en Holanda ha pasado de 2.200 a 1.900. Por el contrario, en el mismo período el número de "servicios de la Palabra y de la comunión" ha pasado de 550 a 630. Se trata de liturgias de sustitución, sin sacerdote y por tanto sin celebración sacramental, en el que la comunión se realiza con formas consagradas previamente.
En algunas iglesias, la distinción entre la misa y el rito de sustitución es percibida claramente por los fieles. Pero no es el mismo caso en otras iglesias, donde los dos se consideran de igual valor y enteramente intercambiables. El hecho de que sea un grupo de fieles quien designe al hombre o a la mujer que dirija la liturgia de sustitución, refuerza entre los mismos fieles la idea de que esa elección hecha desde la base es más importante que el envío de un sacerdote del exterior y desde arriba.
Dígase lo mismo por la formulación de las preces y por la organización del rito. Se prefiere dar libre curso a la creatividad. En la misa, las palabras de la consagración son a menudo reemplazadas por "expresiones más fáciles de comprender y más de acuerdo con la experiencia moderna de la fe". En el rito de sustitución, es frecuente que la distribución de la comunión se haga juntando formas no consagradas con otras ya consagradas.
En todos estos comportamientos, los dominicos distinguen tres aspiraciones muy extendidas:
- que los hombres y las mujeres a quienes se confía la presidencia de la celebración eucarística estén elegidas por la base
- que, de preferencia, "esta elección esté seguida por una confirmación, una bendición o una ordenación por parte de las autoridades de la Iglesia"
- que las palabras de la consagración "sean pronunciadas tanto por los que presiden la eucaristía como por la comunidad de la que forman parte".
Según los dominicos holandeses, estas manifestaciones se apoyan ampliamente en el Concilio Vaticano II, pues la señal decisiva del Concilio ha sido colocar, dentro de la Constitución sobre la Iglesia, el capítulo sobre el "pueblo de Dios" antes del de "la organización jerárquica constituida de arriba hacia abajo por el papa y los obispos". Esto implica reemplazar la Iglesia "pirámide" por la Iglesia "cuerpo", con el laicado como figura central, lo que a su vez implica una visión diferente de la eucaristía.
La idea de que la misa es un "sacrificio" –afirman los dominicos holandeses- está igualmente ligada a un modelo "vertical", jerárquico, en el que solamente el sacerdote puede pronunciar de manera válida las palabras de la consagración. Un sacerdote que debe ser varón y célibe, según prescribe "una teoría arcaica de la sexualidad".
Por el contrario, de un modelo de Iglesia "pueblo de Dios"deriva una visión más libre y paritaria de la eucaristía: como un simple compartir el pan y el vino entre hermanos y hermanas en medio de los cuales se encuentra Jesús", así como una "mesa abierta igualmente a otras personas de tradiciones religiosas diferentes".
El opúsculo de los dominicos holandeses termina exhortando a las parroquias a elegir "desde la base" a las personas destinadas a presidir la eucaristía. En el caso de que, por razones disciplinarias, el obispo no confirmase a estas personas –por ser casadas o porque son mujeres- las parroquias deberían de todas formas seguir su camino:"Que estas personas sepan que están habilitadas, pase lo que pase, para celebrar una eucaristía real y auténtica cada vez que se reúnan en oración y compartan el pan y el vino".
Los autores de esta obra son los padres Harrie Salemans, cura de Utrecht, Jan Nieuwenhuis, antiguo director del centro ecuménico de los dominicos de Ámsterdam, André Lascaris y Ad Willems, antiguo profesor de teología de la Universidad de Nimega. Otro teólogo dominico holandés, más famoso, se destaca entre la bibliografía de referencia: Edward Schillebeeckx, de 93 años. En los años 80 fue sometido a examen por la Congregación para la Doctrina de la Fe por sus tesis cercanas a las que hoy se reúnen en esta obra.
La Conferencia Episcopal holandesa se guarda de dar una respuesta oficial, pero ya han hecho saber que la proposición de los dominicos está "en oposición con la doctrina de la Iglesia Católica ".
En Roma la curia generalicia de los dominicos ha reaccionado débilmente. En un comunicado fechado el 18 de septiembre –no publicado en la web de la Orden- ha definido este libro como una "sorpresa" y ha tomado sus distancias en relación con la "solución" propuesta. Pero ha declarado que comparte la "inquietud" de sus hermanos holandeses respecto a la escasez de sacerdotes: "Parece que ellos tengan la impresión de que las autoridades de la Iglesia no han trabajado suficientemente la cuestión y, en consecuencia, empujen hacia un diálogo más abierto (...) Pensamos que hay que responder a esta inquietud con una reflexión teológica y pastoral prudente entre la Iglesia entera y la orden dominicana"
En Holanda, los dominicos han anunciado una próxima reimpresión del libro. Los 2.500 primeros ejemplares se agotaron rápidamente.
El Sínodo de obispos de 2005 ha trabajado sobre las cuestiones planteadas por los dominicos, habiendo extraído unas indicaciones radicalmente diferentes.
23 octubre, 2007
Eucaristías sin curas Dominicos holandeses "reinventan" la Misa
martes 23 de octubre de 2007
ROMA, 3 de octubre del 2007 – En el volver a darle plena ciudadanía al rito antiguo de la misa, con el motu proprio "Summorum Pontificum", Benedicto XVI ha mencionado su intención de reaccionar también al exceso de "creatividad" que en el nuevo rito "llevó a menudo a deformaciones de la liturgia al límite de lo soportable".
Ateniéndose a lo que ocurre en algunas áreas de la Iglesia, esta creatividad incide no sólo sobre la liturgia sino también sobre los mismos fundamentos de la doctrina católica.
En Holanda, en Nijmegen, en la iglesia de los frailes agustinos, cada domingo la misa es presidida conjuntamente por un protestante y por un católico, que se turnan entre la liturgia de la Palabra y el sermón, y la liturgia eucarística. El católico es casi siempre un simple laico, y frecuentemente una mujer. Para la plegaria eucarística, en vez de los textos del misal se prefieren los textos compuestos por el ex jesuita Huub Oosterhuis. El pan y el vino lo comparten todos.
Ningún obispo ha autorizado jamás esta forma de celebración. Pero el P. Lambert van Gelder, uno de los agustinos que la promueve, está seguro de estar en lo correcto: "En la Iglesia son posibles diferentes formas de participación, nosotros somos parte de la comunidad eclesial a todos sus efectos. No me considero para nada cismático"
Siempre en Holanda, los dominicos han hecho más, con el consenso de los provinciales de la orden. Dos semanas antes de que entrara en vigor el motu proprio "Summorum Pontificum" distribuyeron en todas las 1300 parroquias católicas un opúsculo de 38 páginas titulado "Kerk en Ambt", Iglesia y ministerio, en el cual proponen transformar en regla general lo que en varios lugares ya se practica espontáneamente.
La protesta de los padres dominicos es que, a falta de un sacerdote, sea una persona escogida por la comunidad quien presida la celebración de la misa: "No importa que sea hombre o mujer, homo o heterosexual, casado o célibe". La persona escogida previamente y la comunidad son exhortados a pronunciar juntos las palabras de la institución de la eucaristía: "Pronunciar estas palabras no es una prerrogativa reservada a los sacerdotes. Esas palabras constituyen la consciente expresión de fe de la comunidad entera".
El opúsculo se abre con la explícita aprobación de los superiores de la provincia holandesa de la orden de los predicadores y dedica las primeras páginas a una descripción de lo que sucede el domingo en las iglesias de Holanda.
Por escasez de sacerdotes, no en todas las iglesias se celebra la misa. Desde el 2002 al 2004 el número total de las misas dominicales en Holanda ha descendido de 2200 a 1900. En cambio, en el mismo periodo ha aumentado de 550 a 630 el número de "servicios de Palabra y comunión": es decir, liturgias que la sustituyen, sin el sacerdote y por tanto sin celebración sacramental, en las cuales la comunión se hace con hostias consagradas antes.
En algunas iglesias la distinción entre la misa y el rito que la sustituye es percibida claramente por los fieles. Pero en otras no, las dos cosas son consideradas de igual valor, intercambiables en todo. Más aún, el hecho de que sea un grupo de fieles el que designe al hombre o mujer que guía la liturgia sustituta consolida en los mismos fieles la idea de que su elección "desde abajo" es más importante que el envío de un sacerdote de afuera y "desde arriba".
Y lo mismo ocurre para la formulación de las plegarias y para el ordenamiento del rito. Se prefiere dar libre campo a la creatividad. Las palabras de la consagración, en la misa, son frecuentemente sustituidas por "expresiones más fáciles de entender y más en sintonía con la moderna experiencia de fe". En el rito sustituto, sucede frecuentemente que a las hostias consagradas se agregan hostias no consagradas y se distribuyen todas juntas para la comunión.
En estos comportamientos los dominicanos holandeses distinguen tres expectativas difundidas:
– que los hombres y las mujeres a quienes se les confía que presidan la celebración eucarística sean escogidos "desde abajo";
– que se espera que "esta elección sea seguida de una confirmación o bendición, u ordenación por parte de la autoridad de la Iglesia";
– que las palabras de la consagración "sean pronunciadas tanto por quienes presiden la eucaristía, como por la comunidad de las que ellos son parte.
A juicio de los dominicanos holandeses, estas tres expectativas tienen pleno fundamento en el Concilio Vaticano II.
La movida decisiva del Concilio, a su juicio, ha sido la de introducir en la constitución sobre la Iglesia el capítulo sobre el "pueblo de Dios" antes que el de "la organización jerárquica constituida desde lo alto hasta lo bajo, desde el Papa y desde los obispos.
Esto implica sustituir una Iglesia "pirámide" con una Iglesia "cuerpo", con el laicado como protagonista.
Y esto implica también una visión diferente de la eucaristía.
La idea que la misa sea un "sacrificio" – sostienen los dominicos holandeses – está también ligada al modelo "vertical", jerárquico, en el cual sólo el sacerdote puede pronunciar válidamente las palabras de la consagración. Un sacerdote varón y célibe, como está prescrito por "una antigua teoría de la sexualidad".
En cambio, del modelo de la Iglesia "pueblo de Dios" deriva una visión de la eucaristía más libre y paritaria: como simple "compartir el pan y el vino entre hermanos y hermanas en medio de lo cual está Jesús", como "mesa abierta también a gente de diferentes tradiciones religiosas".
El opúsculo de los dominicos holandeses termina exhortando a las parroquias a escoger "desde abajo" las personas a las cuales hacer presidir la eucaristía. Si por motivos disciplinarios el obispo no confirmase a tales personas – porque están casadas, o porque son mujeres – las parroquias seguirán igualmente su camino: "Sepan que ellas de todos modos están habilitadas para celebrar una real y genuina eucaristía cada vez que se reúnen en oración y comparten el pan y el vino".
Los autores del opúsculo son el padre Harrie Salemans, párroco de Utrecht, Jan Nieuwenhuis, ex director del centro ecuménico de los dominicos de Ámsterdam, André Lascaris y Ad Willems, ex profesor de teología en la universidad de Nijmegen.
En la bibliografía citada por ellos sobresale otro, más famoso, teólogo dominico holandés, Edward Schillebeeckx, 93 años, que en los años ochenta terminó bajo el examen de la congregación para la doctrina de la fe por tesis cercanas a las que ahora confluyen en el opúsculo.
La conferencia episcopal holandesa se reserva replicar oficialmente. Pero ya ha hecho saber que la propuesta de los dominicos se presenta "en conflicto con la doctrina de la Iglesia católica".
Desde Roma, la curia general de los predicadores ha reaccionado débilmente. En un comunicado del 18 de setiembre – no publicado en el sitio web de la orden – ha definido el opúsculo como una "sorpresa" y ha tomado distancia de la "solución" propuesta. Pero ha señalado que comparte "la inquietud" de los hermanos holandeses sobre la escasez de sacerdotes: "Puede ser que sientan que la autoridad de la Iglesia no haya tratado suficientemente este asunto y, como consecuencia, empujen así a un diálogo más abierto. [...] Creemos que a esta inquietud se debe responder con una reflexión teológica y pastoral prudente entre la Iglesia interna y la orden dominicana".
Desde Holanda, los dominicos han anunciado una próxima reimpresión del opúsculo, cuyas primeras 2500 copias se agotaron rápidamente.
08 septiembre, 2007
Los dominicos holandeses hacen un llamamiento para que los laicos celebren la misa
La orden de los dominicos en los Países Bajos ha realizado una recomendación radical: ministros laicos, escogidos por sus feligreses, deberían poder celebrar la eucaristía si no hay sacerdotes ordenados disponibles.En un boletín enviado por correo a todas las 1.300 parroquias del país, afirma que la Iglesia debería modificar su modelo de misa, centrado alrededor de la figura del sacerdote, por otro construido alrededor de una comunidad que comparte el pan y el vino en la oración.
"El hecho de que sean mujeres o hombres, homosexuales o heterosexuales, casados o solteros, no viene al caso. Lo que es importante es una actitud infecciosa de fe" dice el boletín, que tiene el visto bueno de los líderes holandeses de la orden.
Sin embargo, la Conferencia Episcopal Holandesa manifestó enseguida que el boletín parecía estar "en conflicto con la fe de la Iglesia Católica Romana". Dijo que no tuvo conocimiento anterior del proyecto y que tenía que estudiar el texto en más detalle antes de pronunciarse.
El boletín de 38 páginas, "Kerk en Ambt" (Iglesia y Ministerio) fue escrito por 4 dominicos que incluyen al Padre André Lascaris, teólogo del Centro de Estudios Dominico para la Teología y la Sociedad de Nijmegen. El Padre Lascaris estuvo involucrado en trabajos a favor de la paz en Irlanda del Norte entre 1973 y 1992 y ha publicado numerosos artículos y libros acerca de conflictos, la violencia, el perdón y la reconciliación.
Los demás co-autores son el Padre Jan Nieuwenhuis, director jubilado del centro ecuménico dominico de Amsterdam, el Padre Harrie Salemans, párroco en Utrecht y el Padre Ad Willems, profesor jubilado de teología en la Universidad de Radboud en Nijmegen.
El boletín refleja las opiniones del teólogo dominico belga Edward Schillebeeckx. En 1986 la Congregación para la Doctrina de la Fe bajo el Cardenal Joseph Ratzinger advirtió al Padre Schillebeeckx que sus comentarios sobre la eucaristía y el ministerio eran "erróneas" pero no realizó ninguna acción en su contra.
El boletín afirma que muchos católicos holandeses están frustrados, que la unión de parroquias y el cierre de iglesias es la respuesta principal al reto de la disminución de los clérigos. "La Iglesia está organizada alrededor de los sacerdotes y considera el sacerdocio más importante que las comunidades de la fe", comentó el Padre Salemans en una entrevista colocada en el sitio web de la orden holandesa. "Esto es fatal para las feligresías locales".
Siguiendo el modelo de la Iglesia primitiva, dice el boletín, una feligresía podría elegir su propio ministro laico para presidir las celebraciones. El ministro y la congregación recitarían las palabras de la consagración juntos. "Recitar estas palabras no es el derecho ni el poder exclusivo del sacerdote", dice el boletín. "Se trata de la expresión consciente de fe de toda la congregación."
El número de dominicos holandeses se ha menguado al igual que los otros clérigos y ahora quedan sólo 90 varones. Desde 2000 se han cerrado unas 200 parroquias en los Países Bajos debido a la falta de sacerdotes y la caída de la asistencia en las celebraciones.
William Jurgensen
12 julio, 2007
DECLARACION DE LA PARROQUIA DE S. CARLOS BORROMEO
entender la necesidad de cerrar nuestra parroquia, ofrecemos a la Iglesia y a cuantos nos habéis apoyado durante este tiempo, una visión de lo que hemos experimentado y estamos viviendo y el camino que vamos a seguir recorriendo, en comunión y diálogo con la Iglesia, cuya riqueza nace de la unidad en la diversidad, ya que el mensaje del Evangelio es una oferta para todos los seres humanos sin distinción de razas, credos, culturas o sexo.
A comienzos de los años ochenta comenzaron a llegar chavales a algunas
parroquias de nuestros barrios, solicitando ayuda por sus problemas de drogadicción,
fundamentalmente, aunque traían otras cargas detrás, muchos estaban en la calle y
cometían delitos más o menos importantes. Surgieron miedos en algunas feligresías y
curas, por lo que se suscitó un debate sobre si se podía atender o no en la parroquia a jóvenes con ese tipo de problemas. En estas circunstancias se inició la experiencia en San Carlos Borromeo en 1981 con el apoyo del Obispo Alberto Iniesta, siendo el Cardenal de Madrid Enrique Tarancón, dedicándose la parroquia preferentemente a la marginación, dejando en 1986 de ser territorial, por iniciativa del Obispo García Gasco, estando en Madrid el Cardenal Angel Suquia.
Los chicos y las madres
Desde el principio acudían a la parroquia muchos jóvenes y sus familias a pedir
ayuda para salir de su situación. Las madres no comprendían qué estaba ocurriendo con
sus hijos, hablaban de las malas compañías y se sentían estigmatizadas por parientes y vecinos. Tampoco sabían responder al problema de sus hijos. Comenzamos a tener
reuniones con ellas y algún padre. Pronto empezaron a vivir la muerte de sus vástagos, las entradas violentas de la policía en sus casas, las torturas de sus chicos en comisarías y cárceles, incluida alguna muerte en estos centros. La parroquia se convertía en un lugar de dolor del que participaban los feligreses que acudían a las distintas actividades parroquiales. En pocos años decidieron que su vida no tenía sentido sin la lucha por sus hijos y comenzaron a acudir en grupos a comisarías, juzgados, cárceles, denunciando todo lo que estaban conociendo, entre otras cosas, las estafas por parte de ciertos abogados y oficiales judiciales, las amenazas y la corrupción y connivencia policial en el tema del narcotráfico. Además de ello atendían a los hijos de otras madres y animaban a éstas.
Los chavales han acudido de todas partes con sus carencias afectivas, al principio eran los hijos de las familias más pobres y más desatendidas social y humanamente. La mayoría ha sufrido el abandono y el fracaso escolar, la calle ha sido su espacio vital, han pasado por centros o cárceles de menores, conocen los malos tratos y las torturas, su estigmatización como malos y sin solución, con sus miedos e inseguridad. Nuestras casas se han abierto a ellos, hemos buscado trabajo y generado
autoempleo. Eran tabla rasa en cuanto a lo ético y religioso porque no conocían el
afecto. A través de la acogida, el apoyo incondicional y su defensa en tantas cosas,
nació el cariño y con él su seguridad, su capacidad de autoestima y, finalmente, el
sentido ético, el deseo de no hacer daño y de responder a lo que se hacía con ellos.
Recorrido de la fe
Lógicamente fueron los funerales de tantos chavales los que hacían acudir a “los
colegas” y amigos a una celebración en torno a la mesa de Jesús y a su buena noticia. Su primer contacto era descubrirla como la mesa de los excluidos, de los rechazados, de los pobres. Jesús les invitaba, nos invitaba a descubrir la buena noticia, el reino del amor y de la justicia. ¿Yo puedo comulgar?, preguntaba uno. El cura dice que Jesús nos invita, le contestaba otro.
El tema central era la resurrección: Ningún poder puede destruirnos si vivimos la
buena noticia de Jesús, el amor y la solidaridad o comunión, se proclamaba, y
adaptábamos el lenguaje y la liturgia a su capacidad de comprensión. Un día preguntaba un chaval a uno de los curas sobre la resurrección. El cura intentaba explicarle y el chaval respondió: No lo entiendo, pero cuando te mueras, me cojo de tu mano y, a donde vayas, voy. Poco después recordábamos, en una eucaristía, la petición de Dimas a Jesús en la cruz: Acuérdate de mí cuando estés en tu reino.
Juntos hemos ido descubriendo la fe como el motor de nuestras vidas. Los
chicos y chicas y las madres han comprendido pronto los gestos liberadores de Jesús de curación y de expulsión de demonios: tu fe te ha curado. Entendemos que nuestra fe
consigue hacernos salir de situaciones de impotencia y nos hace superar miedos: ¿por
qué tenéis miedo, hombres de poca fe?
Inicialmente hemos intentado bucear en el Jesús histórico para descubrir en
quién creemos. Se han ido identificando, así, con el Jesús que da la buena noticia a los pobres y, poco a poco, han recuperado la capacidad de autoestima y la ayuda a los otros. Incluso han llegado a intuir la resurrección no de una manera conceptual, sino como el grito de que ningún poder puede destruir nuestra vida humana y espiritual. La vida personal y la fe se han ido integrando de una manera progresiva, en un recorrido paulatino.
Los otros
Desde los comienzos ha acudido gente de todas partes, además de la propia del
barrio, profesionales de distintas áreas en un intento de colaboración, abogados, jueces, fiscales, empresarios, estudiantes de educación y trabajo social, psicólogos, médicos, etc. La expresión ha sido habitual: venimos a ayudar y son los chicos y las madres los que están dando sentido a nuestras vidas. De ahí que algunos se hayan quedado a vivir entre nosotros o se lleven a chavales a vivir a sus casas, hasta un magistrado que, en lugar de juzgar a un chico, se lo llevó con su familia.
También vinieron en su momento los insumisos y sus madres, que se organizaron como las de los chavales de la calle, más adelante los “okupas”, que hasta nos pidieron que sus padres pudieran venir a la eucaristía. Los gitanos venían más individualmente, pero acogimos a cuarenta y dos miembros de cuatro familias que habían echado a la calle y estuvieron dos meses y medio alojados en la parroquia a
finales de 1998 hasta que, por la lucha de todos, conseguimos que les dieran casa en un poblado gitano. Desde ese momento muchos de ellos se han incorporado a la
convivencia parroquial.
A comienzos de 2001 acudieron setenta emigrantes que estuvieron cerca de siete
meses en la parroquia, durmiendo en colchones en el suelo. Reivindicaban sus papeles,
pero no tenían sitio donde ir. En ese tiempo buscamos viviendas y trabajo, quedando
muchos en nuestras casas, sobre todo los marroquíes. Comparten nuestras celebraciones, rezan con nosotros y, cuando hay muchos, los musulmanes leen el Corán,
que traducimos, uniéndonos también a su oración, sintiéndonos hijos del mismo Padre.
En consecuencia nos reunimos, desde hace años, gente de toda condición social,
desde las clases más altas a las más bajas, frecuentamos las casas unos de otros, el
compartir se ha hecho una realidad y de ahí ha surgido también la fiesta común en la
parroquia que hace superar tanto sufrimiento.
La celebración de la Fe
Es la consecuencia de lo que vamos viviendo juntos, de la conjunción entre nuestra vida, nuestra lucha y nuestra fe, compartiendo casa, trabajo, comida, situaciones
difíciles y la multiplicación de lo que recibimos gratis. Celebramos las Cenas del Señor de la manera más sencilla que sabemos para que la liturgia sea inteligible para todos, recordando la frase de San Agustín: fortiter in re, suaviter in modo. Aplicada a la liturgia, para que el contenido penetre, sé muy sencillo en la forma.
Con la fe y la resurrección celebramos el perdón y esto también es paulatino. El
perdón entre chavales, algunos muy violentos, nuestro perdón a ellos, que nos han
hecho muchas faenas, el perdón de ellos a nosotros por nuestras recriminaciones y
tantas faltas de paciencia y comprensión. El perdón a policías, enemigos naturales,
sobre todo a los que han torturado y matado a algún chaval, el perdón a funcionarios de prisiones o a determinados jueces, ha resultado muy difícil. Pero hoy entienden y
entendemos, gracias a la cercanía de muchos de ellos, la diferencia que existe entre el estamento al que se pertenece y la persona. Hemos comprendido que acogernos y
ayudarnos es lo que nos posibilita cambiar de conducta a unos y a otros.
Conclusiones
El recorrido de nuestra parroquia ha consolidado una asamblea, una comunidad,
encarnada en el mundo de la exclusión como lugar social, no geográfico. Cualquier
recorrido que deba hacer esta parroquia en el futuro tiene necesariamente que respetar la esencia de esta comunidad parroquial, de relaciones humanas fraternas, solidarias y justas.
a. Somos parroquia que vive y celebra la fe. Hemos encontrado en la comunidad parroquial la oportunidad de vivir nuestra vinculación como creyentes abiertos a la situación presente y acogidos por la realidad de la marginación.
b. Descubrimos cómo el lugar social de la exclusión es el espacio vital de los preferidos de Jesús. El mundo de la exclusión social, que nos llama y convoca, acoge nuestro compromiso vital para darnos la oportunidad de hacer realidad lo anunciado por Jesús en el Juicio Final: Porque tuve hambre y me disteis de comer, sediento y me disteis de beber… (Mateo 25, 31-46).
c. Descubrir la fe de la mano de los pobres nos ha hecho entender que el
anuncio de la Buena Nueva es una Palabra ofrecida a todas las personas, desde el lugar de los últimos, que se ha de encarnar en “anunciar la libertad a los cautivos y a los ciegos que pronto van a ver, poner en libertad a los oprimidos y anunciar la amnistía de parte de Dios” (Lucas 4, 16-21)
d. Es tarea primordial, desde la comunión eclesial, cuidar de los miembros más débiles, por lo que es importante recordarnos que Jesús supeditó la ley al ser humano y a la fe.
e. El lugar social de aquéllos que viven en la pobreza: toxicómanos,
inmigrantes, presos, enfermos de Sida, prostitutas, familias sin recursos,
mujeres maltratadas, homosexuales, menores, familias separadas… nos ha llevado a celebrar la fe desde expresiones inteligibles y significantes, que nos ayuden a reconocernos en la comunión de quienes se sienten discípulos del Dios de Jesús.
f. Vivir la fe en la Iglesia, desde esa pasión esperanzada que nos provoca el
evangelio de Jesús, nos ha vinculado a personas de todo tipo y condición.
Compartir la mesa de Jesús ha sido sentarnos, en torno ella, creyentes y no
creyentes; ateos y escépticos; ricos y pobres… todos aquéllos con quienes, aun no compartiendo inicialmente la fe en el Dios de Jesús, sí compartimos la fe en el ser humano desnudo, vivida al estilo de Jesús (Marcos 7, 24-30).
g. Es necesario no sustraer al mundo de los pobres una parroquia que, ya de hecho, viven como referente y casa donde morar. Los excluidos tienen derecho a tener su parroquia. Mantener la comunidad parroquial,que es referente imprescindible para muchos de sus miembros en la vida diaria y de fe, no puede en modo alguno ser sustituida.
Entrevías, Julio de 2007
23 junio, 2007
PROCONCIL . Hacia un Nuevo Concilio, con la participación activa del Pueblo de Dios.
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Estimado /a amigo /a:
Les invitamos a leer el documento provisional de conclusiones de la V CELAM, pendiente de su aprobación por el Vaticano. Próximamente, del 10 al 13 de julio, se celebrará en La Habana (Cuba) la Asamblea Ordinaria del CELAM, para sentar las bases de la continuidad de Aparecida. <http://www.proconcil.org/document/Especiales/VCGELC/00VCELAM.htm>
Aparecida ha posibilitado una aproximación entre sectores de la Iglesia, con el valor añadido de un relativo reconocimiento de la Teología de la Liberación. Pueden leer el interesante artículo de John Allen "La perdurable herencia de la Teología de la Liberación". <http://www.proconcil.org/document/VCELAM/Allen.htm>
Como saben, en estos días conmemoramos el 30 aniversario de la asamblea de teólogos organizada por la revista Concilium (Chicago, 1977) con el título: "Hacia el Vaticano III: Lo que está por hacer en la Iglesia", por ello, y enlazando con el final de Aparecida, nos ha parecido oportuno recordar las palabras de Juan Pablo II, recordando las palabras del Concilio Vaticano II, en favor de que se impulsen en la Iglesia los concilios locales y particulares (Exhortación postsinodal Pastores Gregis, 2003). <http://www.proconcil.org/document/2003/Frag.Pastores.gregis.htm>
Y como un ejemplo del enfoque integrador que deberían adoptar estos concilios, les ofrecemos el artículo de Rafael Díaz Salazar, titulado "Constitución cultural y Concilio de Jerusalén en España". <http://www.proconcil.org/document/2007/Constitucion.cultural.htm> IMPORTANTE: APOYO ECONÓMICO.
Necesitamos poder afrontar gastos de programación, imprenta, desplazamientos, servicios informáticos, etc, Este servicio de comunicación es gratuito y nuestro trabajo en Proconcil es de carácter voluntario, pero no podemos asumir más costes adicionales. Les pedimos que los que puedan hacerlo, asuman un compromiso solidario, también económico, respaldando la labor de Proconcil.
Les recordamos que la cuenta de la Fundación Proconcil está en Cajamar, en el siguiente número de cuenta: 3058 0964 95 2720012843
Saludos cordiales: Emilia Robles y Javier Malagón Coordinadores
Por favor, difunda también este mensaje e invite a otras personas y grupos a firmar la Carta de Adhesión a la RED DE RENOVACIÓN CONCILIAR, en <http://www.proconcil.org/espanol/petic.htm>
24 mayo, 2007
Boff en Zaragoza
15 diciembre, 2006
Asociación Empresas de Insercción (AREI)
30 noviembre, 2006
XIII Semana Andaluza de Teología
COMUNICADO FINAL DE LA
XIII SEMANA ANDALUZA DE TEOLOGÍA
“FE CRISTIANA Y LAICIDAD”
“VIVIR LA FE CRISTIANA EN UNA SOCIEDAD SECULARIZADA”
Durante esta XIII Semana Andaluza de Teología, unas 400 personas hemos reflexionado sobre la fe cristiana en su encuentro con la laicidad, ese fenómeno social tan denostado por buena parte de la jerarquía eclesiástica. Muchos obispos consideran que la laicidad encierra un hostigamiento a la religión y la pretensión de sustituir las creencias religiosas por una cosmovisión racionalista: el laicismo. Nosotros, cuando escogíamos este tema, partíamos de una apreciación completamente opuesta: la sociedad laica es para los cristianos un nuevo signo de los tiempos.
Efectivamente, a lo largo de estas jornadas hemos ido descubriendo que vivir la fe en medio de una sociedad laica, no es una limitación, sino LA GARANTÍA BÁSICA PARA SALVAGUARDAR EL MENSAJE DE JESÚS. La laicidad no va contra nadie, sino a favor de la convivencia en la libertad, la igualdad y la fraternidad. Estos valores, que tanta resonancia evangélica encierran, y que para nosotros son irrenunciables, encuentran en la laicidad el ambiente imprescindible para poder florecer sin privilegios ni exclusiones.
Los cristianos creemos que el ser humano, creyente o no, con su libertad y su autonomía, es la gran apuesta de Dios. Después de la encarnación, vida, muerte y resurrección de Jesús terminó definitivamente la separación entre lo sagrado y lo profano. Ya todo el universo -casa y moradores- somos vasijas capaces de transparentar la imagen de Dios que acogemos en nuestro interior y, movidos por el Espíritu del Padre y del Hijo, podemos convertirnos en suave brisa o en viento huracanado que, codo a codo con todas las personas de buena voluntad, empujamos la historia hacia su destino final: la fraternidad universal.
Las interpelaciones que nos va haciendo esta sociedad laica nos ayuda a profundizar en el mensaje evangélico. Jesús de Nazaret fue una persona laica. Él descubrió a Dios, su Padre, no en el templo ni en las autoridades religiosas, sino en las personas marginadas y excluidas de la sociedad en que vivió. Su forma de vivir y su forma de morir siguen siendo para nosotros la referencia inapelable para acompañar y ayudar a esa muchedumbre inmensa de excluidos en esta sociedad mal globalizada: las personas excluidas de la salud, de la educación, de la vivienda, del trabajo, de los derechos sociales y hasta de un plato de comida diaria.
Y todo esto lo vivimos en UN HORIZONTE INTER-RELIGIOSO cada vez más compartido. La globalización nos lo recuerda y la inmigración nos lo impone. Ya, en nuestro entorno, la religión católica no es la única en pretender la verdad de alguna manera en exclusiva. Todas las religiones lo pretenden y muchas de ellas también se creen reveladas. Aparte de la presencia cada vez mayor de ateos convencidos. Forzoso es, por tanto, que para una posible convivencia vivamos en una sociedad laica compartiendo los valores seculares comunes. Sólo, a partir de ahí, cada iglesia puede hacer su apuesta de visión religiosa respetuosa con las demás y que refuerce las propias actuaciones seculares en busca del BIEN COMÚN.
Las comunidades cristianas, LA IGLESIA, como las demás religiones, desarrollará su misión A LA INTEMPERIE, en medio de todos los hombres y mujeres, sin prebendas y dando testimonio del necesario pluralismo también dentro de ella. Sólo estará sostenida por su fuerza interior y por la contundencia de los valores del seguimiento de Jesús, que no deben identificarse con los “vestidos culturales” que siempre necesitan para expresarse en cada época y lugar.